Recientemente estudios muestran cómo el aumento de cosechas en Brasil amenaza seriamente la vida de la selva más grande del mundo.
Los recientes incendios en la Amazonas y la ganadería intensiva están relacionados.
La población mundial está en continuo aumento, la tierra en el 2050 será habitada de 9,1 mil millones de personas.
Con este escenario varios estados están actuando sobre todo para el control de los recursos alimenticios que se convertirán en un importante instrumento geopolítico.
La China apunta al iper-consumo
La China en los últimos años ha registrado un aumento notorio especialmente de la carne de cerdo. El gobierno de Pekín ha difuso el consumo de este producto para promover la percepción de riqueza y bienestar; también para exportar la base a las industrias de jamón, que necesitan millones de marranos para afrontar la exigencia global de consumo.
El 50 % de la población que consume esta carne se encuentra en la China, esto quiere decir que hay que alimentar 700 millones de marranos, donde su alimento principal es la soya; està no viene cosechada en la República Popular de la China ya que el terreno no es arable, la cosecha de la soya se da principalmente en América del Sur.
El gobierno de Pekín para satisfacer esta demanda alimenticia ha liberado las importaciones de soya en América Latina, convirtiéndose así en el primer importador del mundo.
Argentina, Paraguay Uruguay, Bolivia y principalmente Brasil están conformando la apodada República Unida de la Soya. Donde antes se encontraban selvas y ecosistemas ahora se encuentran tierras quemadas , árboles talados y extensiones de soya. Además la cultivación de la soya conlleva a un progresivo inquinamento del agua a causa de utilizo de productos agroquímicos y a la erosión del suelo, en todas sus formas daños irreversibles a la biodiversidad.
Incendios en el Amazonas y cultivos intensivos: el riesgo de los monocultivos
Una de las principales regiones geográficas del Sur América, el Gran Chaco, está siendo destruido para favorecer la cultivación de la soya y cereales. El ecosistema del Chaco ocupa un área de 110 millones de hectáreas comprende parte de Argentina, Paraguay Brasil Y Bolivia. La gran mayoría de estas tierras ya se han convertido de uso agricolo pese a los desfavorables resultados a largo termine que este pueden generar.
Según el reporte de la ONG Mighty Earth, afirma que el clima árido de esta región no es adaptó a los monocultivos, por lo tanto la soya cultivada en esta zona es genéticamente modificada y requiere grandes cantidades de pesticidas y fertilizantes químicos, que como efecto colateral causa problemas de salud a la población residente de la ciudad y sus alrededores. Los incendios se dan cada año, el el arco de 40 años la selva Amazónica se ha reducido el 20%, a favor de los monocultivos.
Los incendios del Amazonas son causados por cosechas intensivas
La perspectiva de aumentar la cultivación de soya para así tener un retorno económico y poder geopolítico es el motor, que como resultado lleva al desastre ambiental que estamos viviendo. Se convierte en la forma primaria para toda la producción de carne mundial así controlar el mercado, así está permitiendo la destrucción del más grande patrimonio de la humanidad en biodiversidad y flora necesaria a para la producción de la atmósfera terrestre.
El reciente conflicto entre la China y Estados Unidos, está acelerando en los enlaces entre la América Latina y la China. En julio del 2018 la administración de Donald Trump ha decidido poner altas tasas de la Aduana a los productos de cuya proveniencia son del Imperio Medio, Pekín ha reaccionado poniendo una tasa del 25% sobre la soya americana. De esta forma la China non ha importado soya a Estados Unidos, si no del Brasil; así forzando a los emprendedores agricolos a aumentar la producción de la zona Mato Grosso y a destruir varias zonas de la selva Amazónica.
La mayor parte de la producción de esta soya es destinada a la exportación en China y Europa. El 85% de la soya importada en Italia es utilizada para alimento para ganado, de todo esto viene una correlación directa entre la soya y el aumento del consumo de carne.
Las cultivos intensivos no podrían existir sin los monocultivos y viceversa.
Deforestación, carne y derivados son palabras claves donde se está desarrollando el futuro de la humanidad. Cada año la mayor parte de los cereales y semillas utilizadas para nutrir 70 mil millones de ganado. Si se continúa a este ritmo el riesgo es que para el 2050 un quinto de las selvas de residuo sobre el planeta deberán ser convertidas en terreno agricolo para cultivar soya y cereales.
Desaparecen los campesinos
Estas tierras han perdido su vegetación y sus campesinos, abriendo paso a una agricultura que está a servicio de la producción intensiva. A la base de esto se desarrolla el fenómeno de land grabbing, que consiste en la adquisición de ampliar porciones de tierra por parte de gobiernos y empresas extranjeras con el fin de explotarlas, frecuentemente sin el consenso por parte las persona s que la habitan y la trabajan. El origen de este desastre resale a los años 80, siempre en Brasil con el llamado “milagro del cerrado”. Un territorio no adaptó a la agricultura fue transformado en un rentable monocultivo destinado al comercio mundial.
El híper-consumo de carne y esta modalidad de producción está causando enormes daños ambientales y sociales. Este modo de agricultura generado por fuerzas de geopolítica donde el control está en mano de las multinacionales y gobiernos, está teniendo consecuencias a nivel mundial. El Cerrado y el Amazonas están lentamente desapareciendo, todo el planeta será involucrado. La emisión de CO2 para el transporte de la soya han aumentado y todo esto está creando problemas de carácter social, cada vez más personas son privadas de sus tierras y forzados a emigrar. En un mundo siempre sobrepoblado la seguridad alimentaria de la nación se convertirá en una cuestión de prioridad.
A partir de esta presunción se jugarán los futuro equilibrios geopolíticos. La energía, suelo y agua son bienes estratégicos y como bien se sabe no son ilimitados; el riesgo es que se convertirán en causa de conflicto. Como el combustible fósil, metales raros, el alimento y el agua se han convertido en instrumentos de poder político y financiero.