Antes de la segunda mitad del siglo XVIII muy pocas personas se imaginaron que tan solo 250 años después, el planeta sería tan distinto. A pesar de los cambios constantes que como civilización se han ido mostrando desde el inicio de la “Era Humana”, muy poco habían cambiado nuestras formas de existir y obtener nuestros recursos. La sociedad tendía a ser netamente agrícola y los centros urbanos, estaban lejos de tener las proporciones que actualmente tienen. Las enfermedades y las condiciones de vida de la mayoría de habitantes del planeta mantenían la esperanza de vida en un punto relativamente equilibrado con la cantidad de personas que nacían.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la expectativa de vida a comienzos del siglo XIX, era de 35 años; a comienzos del siglo XX de 50 a 65 años y en la actualidad de 71 años. Estos datos, por un lado podrían representar un avance positivo para nuestro crecimiento como especie, pero por otro lado podrían leerse como un desequilibrio de las leyes naturales. Bien es sabido y documentado, que en un estado primordial, sin la intervención del ser humano, el equilibrio natural y las leyes evolutivas se habían encargado de mantener un “orden”. Un sistema que durante millones de años se mantuvo intacto y que funcionaba sin mayor problema. Las especies tenían sus depredadores y a la vez depredaban a otras, manteniendo así un balance de seres vivos en sus ecosistemas respectivos.
Hoy, algo que parecía un gran avance, nos está poniendo a prueba y haciendo rebatir nuestra forma de percibirnos como especie en el mundo. ¿Qué está pasando con nuestro crecimiento demográfico exponencial?, ¿Qué está pasando con nuestra esperanza de vida mucho mayor a la de hace tan solo un siglo?. La respuesta ya la estamos viviendo y no es nueva para nosotros. Escasez de recursos, destrucción del medio ambiente, problemas territoriales, etc.
Según esto, podríamos decir que ¿ser muchos es un problema?. Esta pregunta abre las puertas a infinitos debates de toda índole. Sociales, morales y éticos.
¿Pesarán lo suficiente estos datos para que alguien pueda decirnos con autoridad que no tengamos hijos? , ¿ Que tengamos un número determinado como ya sucede en países como China?. Se podría decir que, ¿seguir en esta dirección nos hace una especie egoísta?, ¿Nuestros avances como humanidad nos hacen tener derecho sobre todas las demás especies que son tan parte de este planeta como nosotros?. Seguramente estos avances surgieron con la mejor de las intenciones, pero desafortunadamente nos dejan en una situación de desbalance.
Por ahora, la sobrepoblación es un hecho y los datos son contundentes. En dos siglos y medio pasamos de ser unos 800 millones de humanos, a ser más de 7500 millones. Hagan cuentas. El tiempo seguirá su curso y nos mostrará si nosotros seguiremos el nuestro y hasta cuando.