Por: Ronny Suarez
Compartimos con ustedes este grandioso articolo de Ronny Suarez para el periodico EL TIEMPO.
Iniciemos Un Año nuevo, una vida nueva.
El científico Frederic Luskin habla de la importancia del perdón y de sus beneficios para la salud.
El científico Frederic Luskin habla de la importancia del perdón y de sus beneficios para la salud.
¿Por qué un científico lleva un mensaje de perdón alrededor del mundo? Porque perdonar es una ciencia en construcción, que se ha estudiado y tiene mucho por aportar a las personas y las sociedades, responde Frederic Luskin, quien tiene un Ph. D. en Consejería y Psicología de la Salud de la Universidad de Stanford, donde también se desempeña como consultor y profesor en el Instituto de Psicología Transpersonal.
¿Y cómo un experto de semejantes quilates terminó siendo autoridad en una materia tan sensible, tan íntima? Porque Luskin dice haber sufrido muchos años por un dolor que no sabía perdonar.
Su historia académica con el perdón, que va para 30 años, relata, surgió por eso, por el sufrimiento causado en el momento que su mejor amigo, el incondicional, el de toda la vida, decidió alejarse sin razón. “Nunca pude entender qué fue lo que hice para merecer eso. Pasé cinco años cuestionándome, trasladándole la frustración incluso a mi esposa”, confiesa.
En esa época Luskin era estudiante de doctorado de la Universidad de Stanford y decidió acabar su angustia con el método académico: contactó a otros expertos en psicología y los alineó para buscar respuestas a un problema que, no duda en decir, está clavado como una herida eterna en el corazón de muchas personas. Fruto de ese trabajo surgió el Stanford Forgiveness Project, programa de investigación y enseñanza enfocado en el perdón interpersonal que se ha desarrollado con personas que sufrieron violencia en Irlanda del Norte, Sierra Leona y los ataques contra el World Trade Center.
Desde ese proyecto ha publicado más de 20 investigaciones que abordan la importancia y los beneficios comprobados del perdón para la salud, como la reducción de la ira, el dolor, la depresión y el estrés, entre otros, en la medida que perdonar libera de rencores no deseados. “El perdón es una cualidad humana, si no la tenemos, no estamos completos, no somos funcionales”, expone.
Autor también de varios libros, el más reciente ‘Perdonar y sanar’, disponible en español, visitó Colombia hace varias semanas, invitado por Maloka, en medio de su programa ‘La ciencia del perdón’. Y así, de tenis, ‘jeans’ y camiseta, como le gusta vestir, habló con EL TIEMPO.
¿Qué le puede pasar a una persona que nunca logra perdonar?
Pierde muchas oportunidades de amar y el cuerpo no se beneficia del poder del amor. Se pierde la esperanza y se dejan de tomar riesgos porque no quieres que te vuelvan a herir. Limitas tu vida, cambias tu carácter y haces que la gente se aleje de ti, perdiendo oportunidades de nuevas relaciones. En términos de salud, el cúmulo de emociones negativas puede afectar el sistema nervioso, el cardiovascular y el inmune de personas poco tolerantes.
¿No perdonar se traduce en una sensación física?
Estar herido en el alma es un dolor que se siente en el cuerpo y como tal es tomado como una amenaza por el organismo, que se activa y libera sustancias ante su presencia. Si recordamos un momento o una persona que representa dolor, el cuerpo se endurece. El problema es cuando sufrir se vuelve un hábito. Hemos comprobado que la disminución de la ira, el dolor, la depresión y el estrés genera mayores sentimientos de optimismo, esperanza y confianza en uno mismo y eso repercute en sistemas como el nervioso, el cardiovascular y el inmune.
¿Cómo se comienza a construir el perdón?
Si hay algo que todo el tiempo representa una fuente de dolor es difícil actuar desde una perspectiva diferente. Por ejemplo, una persona con una terrible historia de amor con alguien que la dañó o la hizo sentir como basura puede durar años martirizándose y eso no da tiempo al corazón para sanarse. Pero si la persona logra ubicarse en otra posición y se pregunta qué ha aprendido de la situación, la historia cambia y empieza a ver el futuro de otra forma. Hay que saber usar la narrativa propia.
¿Y cómo se puede aprender a perdonar?
Hay cuatro estrategias principales. La primera es que sin importar lo que haya pasado, lo más grave y lo más doloroso, hay que mirar lo bueno de la vida porque el sol sigue saliendo y hay gente que se preocupa por ti. Eso es crucial, tener una buena perspectiva de la vida. Lo segundo es que hemos comprobado con estudios que practicar la respiración y la meditación sirve para calmar el sistema nervioso cuando se altera. En tercer lugar es clave empoderar a las personas para contar sus historias de víctimas a sobrevivientes. Eso es enorme. Y cuarto: entender que hay reglas contra las que no podemos luchar y de las que no tenemos control. Podemos pasar muchos años sufriendo por algo que alguien hizo y que al final nunca pudimos controlar. La vida muchas veces no sigue nuestras reglas y tenemos que adaptarnos a las reglas de la vida. Es mejor manejarlo que luchar contra eso.
En esta era de hipersensibilidad, ¿nos cuesta más perdonar?
Sí, porque el estrés se acumula, va contra el perdón y puede ocasionar conflictos. El sistema nervioso siempre trata de crear hábitos y después de muchos años de preocupaciones y conflictos, de dolor y rabia, es más difícil controlarlo y repararlo. La respuesta, sin embargo, no es la desesperanza, sino un llamado a que haya más tranquilidad, menos presión propia. No se necesita mucho, pero sí se necesita práctica para tener otra actitud frente a las personas.
Una cosa es el perdón y otra el olvido…
Nunca se podrá olvidar y perdonar al tiempo. Es cruel decirles esto a personas que han sido lastimadas, pero es claro que cuando hubo dolor no va a haber olvido. Insisto, lo que se tiene que hacer es recordar las cosas de una manera diferente. Puedes recordar todo con amargura o con pesar y asimismo decir que no se va a repetir.
Y otras son la reconciliación y la justicia…
Cierto. Perdón y reconciliación no son lo mismo. Perdonar es un alivio personal y reconciliación es retomar una relación. Perdonar puede ser incluso más fácil, porque alguien puede elegir perdonar y no reconciliarse con quien le causó dolor. El tema se vuelve complicado porque muchas personas hablan de reconciliación sin siquiera haber perdonado. Se debe ver como que la reconciliación puede ser un objetivo y el perdón la meta, porque más importante que juntarse de nuevo con una persona es sanar interiormente para que una próxima generación crezca sin rencores.
¿Por qué se sigue asociando perdón con justicia?
La justicia está en el cerebro, en la parte racional, y el perdón está en el corazón. La justicia es necesaria porque la gente la necesita, pero el corazón lo que busca de verdad es sanarse. Mucha gente que no sabe qué es el perdón usa la excusa de que no hay justicia para no perdonar. Pero pongo un ejemplo: A tu hijo lo mata un conductor borracho. El daño está hecho y el autor puede incluso no recordarlo. Justicia puede ser que él vaya a la cárcel, pero seguirás con el corazón roto. ¿Es eso justo?
Claro, queremos la mejor justicia posible, pero el corazón no responde a ella. He conocido gente a la que le han matado sus hijos y perdieron 20 años de su vida detenidos en el por qué. La pregunta clave es cuánto tiempo quieres sufrir. Nadie dice que esto sea fácil, porque en realidad son temas íntimos de cada persona, pero sé que vale la pena dejar ese mensaje en la mesa: que sí es posible perdonar.